Los grandes descubrimientos generalmente surgen por casualidad.
Durante la búsqueda de soluciones a problemas de diversa índole, los investigadores, personas afortunadas por su talento, curiosidad y dedicación, en ocasiones hallan materiales o herramientas de diversas formas, ajenas al propósito buscado originalmente, con inimaginables aplicaciones.
Tal es el caso de internet que en sus comienzos fue desarrollado como un sistema de comunicaciones exclusivo para el ejército norteamericano y que hoy está al alcance del público en general.
Entre las múltiples aplicaciones, tenemos la oportunidad de utilizar internet para educarnos y capacitarnos. Desde las más encumbradas universidades a nivel mundial hasta la más modesta escuelita de una alejada región, se observa un sostenido cambio de paradigma en la forma de enseñar y aprender con el empleo de esta maravillosa herramienta.
Claro está, como ocurre con todo aquello que altera la rutina y las costumbres de las personas, también tiene sus detractores.
Imaginémonos por un instante como habrá sido la reacción de los hombres de la prehistoria frente al descubrimiento de la rueda. Habrán estado todos de acuerdo en el valor del invento?
Si hubiéramos vivido en la época de Gutenberg, hubiéramos apoyado su invento con ayuda económica que él solicitaba? Murió pobre sin ver plasmado su proyecto.
La educación a distancia es un cambio cultural que las personas elijen incorporar a su acervo y como toda cultura se la puede crear, consumir o tergiversar.
Qué rol adoptaremos frente a esta disyuntiva? Seremos simples observadores o aceptaremos el desafío de propiciar este cambio cultural sin precedentes?
Desde nuestro lugar con una legítima aspiración de formar parte de este incipiente y complejo mundo de las TICs (tecnología información comunicación) los invitamos a seguir en este rumbo que creemos no tiene retorno.